Un día, el señor Juan, quien llevaba ropa formal con un sombrero bonito, iba a la biblioteca acompañado de su perrito. Hacía buen tiempo, también estaba de buen humor el señor.
Sin embargo, cuando llegó a la biblioteca, un guardia le detuvo y le dijo que según lo estipulado, nadie podía entrar con mascotas. Juan iba a decir algo pero con la mirada severa del guardia, él se quedó callado y sujetó su perro a la puerta. Al entrar él dijo murmulando:
--No es mi animal doméstico sino mi amigo.
Tras unos minutos, Juan salió de la biblioteca con un libro muy grueso y, también muy difícil de entender. El guardia le echó una mirada sin reír, pero Juan lo ignoró. Él desató lq cuerda del perro y se fue a pasos agigantados y con la cabeza levantada.
No obstante, él no fue a casa imediatamente. Se sentó en un banco que estaba cerca de la biblioteca, dejó el libro al lado y empezó a dormir. En ese momento, su perro saltó al banco, abrió el libro con sus patas y ¡se puso a leerlo! El guardia lo miró con la boca abierta, no podía creer que lo que estaba viendo era la realidad.
En China hay un refrán que dice ¨La gente será más baja a través de los ojos del perro.¨ Pero a veces cuando nosotros seres humanos tratamos a los animales, ¿no es así?
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